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CooperaCtiva, repensando otra forma de vivienda
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CooperaCtiva, repensando otra forma de vivienda

Cooperactiva

¿Puede funcionar el cohousing en España?

Ahora construimos espacios, lugares donde nos metemos a vivir, sin plantearnos ni dónde ni con quién, solo nos planteamos si alquilar o comprar. Pero, ¿podemos codiseñar nuestros espacios comunes y privados?, ¿podemos crear estructuras sociales en derecho de uso?, ¿podemos decidir cómo vivir?, o ¿lo van a decidir otros por nosotros?

En el debate entre lo privado y lo común, La Cooperactiva es un modelo de vivienda que responde a ciertas expectativas y valores que creemos deben definir una opción a la vivienda del futuro en un contexto de crisis permanente. Valores como la autoorganización, la optimización de espacios, la flexibilidad, el mínimo consumo de energía, el que sea saludable, productora de subjetividad, transmisora de conocimiento colectivo, y, por supuesto, la relación con los tres pilares de la Sostenibilidad: el pilar social, el medioambiental, y el económico.

No hemos inventado nada, muchos lo hacen en otros lugares del mundo, y en otros usos, algunos lo han renombrado, práctica muy habitual en los últimos tiempos, y ahora lo llaman cohousing, otros cloud housing, pero no es más que gestionar un espacio desde una colectividad para beneficio propio y común a través de la definición consensuada de la línea que separa lo común y lo privado.

Gestionar lo común no quiere decir perder lo privado, el límite lo establece cada comunidad pero siempre se establece una parte privada importante entre 50%-80% del espacio, y la parte común puede ser desde un simple cuarto de reuniones, hasta una cocina-comedor, lavandería, sala de juegos para niños, cuartos para invitados, huerto en la cubierta, etc…

Los diferentes modelos de cohousing.

No queremos hacer un repaso histórico sobre estos modelos pero si hacer ciertas referencias a modelos anteriores para colocarlo frente a los modelos actuales de vivienda colectiva que se están proponiendo. Ha habido numerosos intentos de colectivizar la vida, probablemente el más conocido es el de los falansterios del socialista utópico francés Charles Fourier a principios de siglo XIX, o los kibutz judíos, que surgieron a principios del siglo XX en el protectorado de Palestina. En 1844 se creó la primera Cooperativa para los Trabajadores del Textil en Rochdale en Inglaterra que luego servirá de modelo a las cooperativas danesas. En los años sesenta en Europa se producen nuevos experimentos de vida comunitaria que resucitan la antigua idea de las comunas.

En Latinoamérica es importante resaltar y analizar el modelo Uruguayo, un modelo que se levanta sobre los pilares de la autogestión y la solidaridad. Nace desde una perspectiva diferente ya que responde a una necesidad básica de la población urbana, y se crea según una Ley Nacional de Vivienda aprobada en Uruguay en 1968. La repercusión es bastante alta sirviendo de modelo a otros países como Brasil, Paraguay, Bolivia, Argentina, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala, adecuándose y reinventándose según las particularidades de cada caso.

En la actualidad el modelo ha cambiado, ya no es tan ideológico y es más práctico y racional, es lo que se conoce como cohousing. Este modelo se está desarrollando fundamentalmente en los países del norte de Europa, incluyendo a Estados Unidos y Canadá. Está logrando una extensión y desarrollo muy interesantes.

Ahora mismo el tipo de cooperativa de referencia es el modelo Andel en Dinamarca. Un sistema de cooperativa en régimen de derecho de uso que huye de la propiedad privada individual para conseguir una red de cooperativas de propiedad colectiva intergeneracionales e interrelacionadas. Son modelos donde la propiedad de las viviendas siempre reside en manos de la cooperativa de viviendas y donde los socios disfrutan de un derecho de uso indefinido con un alquiler blando. Los socios nunca podrán ser propietarios de las viviendas donde viven.

Actualmente en Dinamarca hay un total de 125.000 viviendas ANDEL. Es un modelo con mucha tradición pero, aún así, su crecimiento más espectacular se ha producido en los últimos 25 años. Desde 1975, cuando sólo había 20.000 viviendas ANDEL, el número de viviendas se ha multiplicado por cinco.

El concepto de cohousing se introdujo en EE.UU. a finales de los ochenta procedente de Dinamarca. En 2008 había 113 comunidades. Se estima que, en 20 años, 350 comunidades de este tipo surgirán cada año. El denominador común de dichos grupos, que no pertenecen a ningún tipo de religión o creencia determinada, es que son 100% gestionadas por los residentes por medio del consenso.

¿Es posible en España un modelo en derecho de uso?

En España existen pocos ejemplos, algunas cooperativas de vivienda como Sostrecivic en Barcelona, en fase de constitución Entrepatios y Oikoop en Madrid, y La Cooperativa de Huetor en Granada.

Es difícil imaginar otro modelo de vivienda, solo tenemos en nuestro imaginario uno, con dos versiones, propiedad o alquiler. Es necesario que se produzcan procesos de subjetivación colectiva para abrir las puertas a otras posibilidades en estos momentos que la demanda lo exige.

En España la cultura de lo común está o estaba bastante sedada, Europa del Norte nos lleva mucha ventaja en este campo de la vivienda. Este modelo de vivienda no es una de inquietud social o de cierta necesidad empática, no es una ideología hippy de vivir en comuna, sino que lo tenemos que entender en un contexto de crisis permanente. Debería ser una opción necesaria de colaboración, de autoeducación, una opción de garantía de gasto mínimo, e incluso autosuficiencia ante la crisis energética.

Y para mayores es un modelo de gestión de los últimos años de vida, de una manera participativa, activa, ilusionante y con grandes dosis de dignidad.

Existe una ciudadanía inquieta, en permanente búsqueda, y con ganas de crear otras formas de vida. Hay otras personas que viven en su “zona de confort” y tan contentos. Otros en crisis continua, sin atreverse a cruzar la línea de lo desconocido, ese otro paradigma. Si compro una vivienda, puede subir o bajar el precio en los años siguientes, pero poco más. Si la alquilo, no corro esa incertidumbre y lo asumo como gasto. Pero, una vivienda en derecho de uso, ¿qué es esto?.  Entonces nos planteamos sacar a nuestra mente de esa “zona de confort” para meterla en algo que no conocemos, esto es algo que, a priori, nos produce inseguridad, miedo, y desconfianza. Además ya no es un proceso que dependa solo de una persona o unidad familiar, sino que depende de mucha gente, de decisiones colectivas. Pero por otro lado una manera de evolucionar, de construir sueños, de construir formas de habitar en este caso, es a través de hacer incursiones fuera de esa “zona de confort”, en lo que se llama la “zona de aprendizaje”, innovar, probar, experimentar y construir nuestra cultura de lo común. O no.

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