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¿Qué es arquitectura Triple Balance?

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Iñaki Alonso

¿Qué entendemos por arquitectura Triple Balance?

Estamos en un momento límite para replantear radicalmente nuestra relación con el entorno. La ciencia que estudia y mide la relación de los seres vivos con su entorno es la ecología, una parte de la biología tal y como definió el filósofo alemán Ernst Haeckel (1854). Pero no es la única relación que está en cuestión, también la relación entre las personas, de la excesiva individualización, de las soledades elegidas e impuestas. La cultura del yo por encima del nosotras, y del nosotras por encima del todos y todas. Y en tercer lugar y probablemente el origen de nuestra gran crisis: la relación con la economía impuesta, la maximización de beneficios por encima de cualquier cosa. Reflexionemos sobre cómo la arquitectura afronta y replantea estas tres relaciones.

 

1/ Replantear la relación con el entorno, nuestro planeta

No es el momento de profundizar en la deteriorada relación que tenemos los seres humanos con nuestra casa la tierra. Cambio climático, nos quedan 10-12 años para tomar medidas drásticas según el último informe IPCC, pérdida de biodiversidad, eutrofización, agotamiento de recursos, ¡la arena se está acabando! exclamaba Saskia Sassen en su última conferencia en Madrid, contaminación química, hemos creado más de 100.000 sustancias químicas nuevas desde la revolución industrial, y el mar lo tenemos como un basurero lleno de plásticos. Las edificaciones emiten el 56% del total de las emisiones según CE. Pero hoy en día podemos hacer edificios y rehabilitar los existentes con mucho menos impacto, muy eficientes como los passivhaus, con materiales renovables como la madera, sin tóxicos, incluso que sean depuradoras y reciclen el agua, produzcan energía, alimentos o alberguen biodiversidad animal y vegetal. La arquitectura tiene la enorme responsabilidad de replantear la relación con nuestro entorno tal y tenemos el conocimiento tecnológico y los materiales para hacerlo.

 

2/ Replantear las relaciones entre las personas

Los últimos tiempos han construido una sociedad cada vez más individualizada, hemos roto las estructuras sociales tradicionales para construir una sociedad hiperconectada digitalmente, pero una sociedad líquida, nueva e incierta, con grandes posibilidades y con grandes olvidos. Esto ha construido cada vez más soledades elegidas, un mundo de nuevas relaciones que es parte de nuestra evolución pero también genera soledades impuestas, uno de los mayores problemas de nuestra sociedad, donde los colectivos más vulnerables son directamente desterrados del nuevo contexto.

Todavía tenemos memoria y sabemos cómo vivían generaciones anteriores, tiempos donde las personas salían a pedir aceite al vecino o te encontrabas en la corrala y charlabas. Estamos en plena reflexión de nuestra manera de vivir actual, parece que nos hemos dado cuenta de algunos de los problemas.  Mucho tuvo que ver Elionor Ostrom premio nobel economía 2009 con un ejercicio de memoria histórica recatando las diferentes formas de bienes comunes en la historia. Este trabajo y muchos otros sobre lo común ha desembocado en la revolución del “co-everything”, la cultura colaborativa y los procomunes. Conceptos y reflexiones que surgen “bottom-up” por colectivos concienciados pero que rápidamente el mercado absorbe e introduce en sus propias lógicas puramente neoliberales de maximizar el beneficio a través de los nuevos conceptos.

 

La arquitectura puede y debe replantear nuevas relaciones entre lo privado, lo común y lo público, bien a través de modelos que ahora llamamos cohousing promovidos por comunidades conscientes, o bien a través de modelos de coliving promovidos por inversores de impacto. La relación entre lo privado y lo común e incluso con lo público muchas veces es como la escala de grises, hay todo tipo de planteamientos. Lo que realmente transforma la arquitectura es que los edificios de viviendas ya no son una colección de viviendas desconectadas, ahora los espacios comunes importan. Tenemos modelos como el de cohousing como Entrepatios Las Carolinas donde el espacio privado se lleva un 80% y el común un 20% aproximadamente sin contar comunicaciones ni exteriores, o modelos de coliving donde el privado se reduce a simples habitaciones con baños y el común se maximiza llendo a proporciones diferentes de privado (40%) y común (60%) como es el caso en Collectiva Old Oak en Londres. En algunos casos aparece en la ecuación la parte pública como derecho de superficie, dotaciones o servicios al barrio, como puede ser una escuela infantil o un grupo de consumo. Y todo esto independientemente al promotor que cuando es la comunidad, modelo más cohousing, donde se evitan modelos especulativos llegando a conceptos en derecho de uso. Cuando es una empresa depende del impacto que quiera generar, desde perspectivas clásicas neoliberales suele ser la maximización del beneficio a cargo de la nueva moda de lo colaborativo, pero están surgiendo inversiones de impacto que pueden generar modelos interesantes.

 

3/ Replantear la relación con la economía

La economía neoliberal ha marcado nuestras relaciones en el SXX. Un mercado donde las lógicas se han basado en maximizar los beneficios y acumular capital dejando a las personas y al medioambiente en el rincón del olvido. Ahora ya es tarde, hay muchas cosas irreversibles pero la sociedad creemos que está despertando. En los últimos años estamos en plena explosión de las nuevas economías, la economía verde, la economía azul de Gunter Pauli, la economía del bien común de Felber, la del economía del propósito, la feminista, la ecológica, etc… La economía es y ha sido cortoplacista, igual que la política, con poca visión de futuro, mirada corta y este ha sido el gran desencuentro con la sostenibilidad, de una necesaria mirada larga, largoplacista.

En la arquitectura la vida útil de un edificio está estimada en 50 años según la LOE (Ley de Ordenación de la Edificación) y este dato nos debería obligar a los arquitectos a tener una mirada largoplacista y mirar a todo su ciclo de vida, construcción, uso y desmontaje. Desde esa visión a toda la vida de un edificio la arquitectura ecológica es mucho más económica, si participa de ideas como la eficiencia energética (y más en un contexto de crisis energética), la economía circular, la salud, la calidad del aire, las energías renovables y la gestión del agua y los residuos.

Las aseguradoras se han gastado 160.000 millones de dólares en daños por cambio climático, España se ha gastado 37.000 millones de euros por desastres del clima (1980-2017), y las aseguradoras solo han cubierto un 12%.  Los costes del calentamiento global empiezan a tener una escala descomunal, pero los costes en seguridad social relacionados con la calidad del aire también son exagerados, y los costes derivados de la contaminación química obligaron a poner en marcha el reglamento REACH para su control, ¿Y los costes en la pérdida de biodiversidad? ¿y los costes en la falta de agua potable?, etc.. Tristemente las medidas medioambientales han venido a tomarse cuando los costes económicos ya son insoportables.

Los proyectos de arquitectura deben construir otra relación con la economía, con estas nuevas economías que están surgiendo, una economía más consciente, una banca ética, una inversión de impacto, una economía social y medioambiental para el bien común.

Reconstruir estas tres relaciones desde la arquitectura es lo que llamamos arquitectura triple balance, pero no va a ser posible si no reconstruimos nuestras formas de pensar o lo que Félix Guattari llamaba la ecología subjetiva, la estructura mental desde donde afrontamos los problemas y eso también creo que está cambiando, cada vez hay más gente consciente, otra cosa es que lleguemos a tiempo o hasta dónde vamos a llegar.

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